¿A qué tenemos miedo? ¿A no haber aprovechado la vida como nos hubiera gustado, a no haber sobresalido de alguna manera, a no ser como queremos ser, a no querernos, a que no nos quieran como queremos, a la dependencia, a la soledad, a nosotras mismas? ¿Miedo al miedo?

El miedo, ¿es inevitable y necesario? ¿hay miedos infundados? ¿sabemos vivir sin miedo?

Los miedos muchas veces no son reales, los fabricamos y alimentamos hasta que nos devoran, cuerpo y alma incluidos. ¿Es perjudicial tener miedo? No lo creo. Es un detonante, un estallido que nos lleva a ponernos en acción, a ser osadas, tomar decisiones, asumir incertidumbres. Con el miedo aprendemos a reconocernos, a descubrir resistencias y flaquezas, y a decidir no tocarlas o agitarlas.

¿Qué papel juega el amor en los miedos?

Amar, querer es un concepto muy complejo y amplio. Amamos la vida, las almas y los cuerpos, los gestos y las palabras que nos emocionan. El hambre de afecto se puede ver satisfecho en lo cercano, conocido e inmediato; pero también puede ser voraz en deseos imprevistos, desconocidos, a veces imposibles, con o sin exigencias de reciprocidad amorosa o afectiva. ¿Necesitamos que nos quieran o lo que de verdad queremos es dejar huella en todos y todo lo que tocamos y el miedo es no conseguirlo? ¿A qué tenemos miedo realmente? ¿A ser devoradas por nuestras propias expectativas?

Los miedos femeninos, ¿dónde y cómo se gestan? ¿cuándo despiertan? ¿por qué se enquistan?

Muchas gracias Desirée de Fez por llevarnos contigo en ese viaje por los miedos femeninos de la Reina del Grito. Reconocerlos es quizá una manera de «frenar la acción en medio del caos.»

Adoro a las reinas del grito. Mi favorita es Jamie Lee Curtis, pero puedo recitar del tirón hasta cincuenta. Al principio pensaba que era por lo bien que gritan, algo que yo también hago a menudo pero mucho peor. Y porque incluso así, con los ojos apretados y la boca desencajada, están guapas y dignas. Pero desde que soy freelance en el sector cultural y madre de dos niños he descubierto la verdadera razón de mi fascinación: las envidio por su capacidad de frenar la acción en medio del caos, hacer que la atención se concentre en ellas y obligar a los culpables de su desesperación o de su miedo a que las escuchen. Es una de las concesiones, muy probablemente involuntarias que el cine de terror ha hecho con respecto a los personajes femeninos: «Vas a pasarlo mal, pero, si sobrevives, puedes desahogarte.»

reina del grito. un viaje por los miedos femeninos. desirée de Fez

Y ahora tú, cuéntanos, ¿cuáles son tus miedos?

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    MIEDOS FEMENINOS

    Parada cardíaca a causa del miedo y del pavor a no creer en mí.

    No ser capaz de ver mi potencialidad porque estoy ciega.

    Ojalá, volver a recuperar mi pulso y explorar todo mi ser sin ningún tipo de temor.

    l

    Me considero una persona llena de miedos, algunos he podido ir superando con mucho trabajo interior, pero otros permanecen ahí y afloran en momentos de mayor debilidad. Mi principal miedo tiene que ver con no poder controlar lo que me rodea. Cuando algo se escapa a mi control me provoca ansiedad por la incertidumbre de no saber qué va a pasar. Me genera menos miedo una situación dolorosa o conflictiva que puedo controlar que una menos problemática que escapa a mi control o sobre la que no puedo aceptar.

    También me genera mucho miedo la posibilidad de que me decepcionen las personas que quiero, que me hagan daño aunque sea de manera inconsciente. Creo que es porque pongo mucho en determinadas personas y espero lo mismo de ellas.

    Otro de mis miedos es descubrir que alguien hable mal de mí o cuente cosas que no son ciertas ante las que no me puedo defender. Me inquieta mucho que se genere una imagen de mí que no es real o en la que se me menosprecie.

    b

    Miedo a tomarme demasiado en serio. A ser excesivamente exigente, a no transmitir lo que realmente siento. Miedo a no saber mirar, a esquivar a las personas que se acercan. Miedo a decir sí, y a decir no. Miedo a ser intransigente, a no saber perdonar. Miedo a no comprender, a no aceptar. Miedo a pensar demasiado, a no dejarme llevar, a no saber disfrutar plenamente de la vida.

    m

    Los miedos femeninos… Mediterráneo muy transitado pero en el que, normalmente, no nos paramos a contabilizar.

    Yo tengo miedo a lo que no entiendo, a lo que me supera, a no dar la talla, a estar constantemente en la comparación.

    Creo que hay un canon de belleza que se impone en el ámbito femenino que dista mucho del masculino.

    Seguiré escribiendo…

    R

    Tengo varios miedos: fundados e infundados.
    Mi miedo más grande es a no tener la independencia que me deja elegir. Eso es lo que me he vendido hasta hace poco. En realidad mi miedo es a no tener nada que ofrecer para retener.
    Para mí, la independencia económica ha sido mi excusa para darme valor. No siendo dependiente me ha hecho parecer que yo estaba donde quería y con quien quería.
    Lo que realmente hacía era valorarme para pensar que valgo la pena.
    Muy curioso teniendo en cuenta que soy persona que valoro en los demás cualidades que no son precisamente que dependan de mí o no.

    R

    Mis miedos… no ser bastante, no ser la mejor, no ser suficientemente creativa y no estar presente cuando tengo que estarlo. Me sorprende que se necesite toda una vida para trabajar con los miedos de una manera práctica pero, también, de una manera espiritual.

    Esos miedos que no quiero transmitir a mis hijas, pero que a veces veo en ellas como si mirara en un espejo. Y me produce mucha felicidad ayudarlas a cogerlos de la mano para hacer juntas el camino de la vida.

    I

    ¿Miedo?, Sí, miedo y mucho. A ser cobarde, a no conseguir mis objetivos, a ser valiente y pasarme de lista, a ser dependiente, a parecer lo que no soy. En el transcurso de mi vida y en momentos de adversidad muchas personas de mi entorno me han dicho «tú eres una mujer valiente y fuerte y saldrás adelante», y esas personas no saben que gracias a eso es que me crezco y efectivamente salgo adelante. Pero no soy fuerte, no me siento fuerte. Por eso tengo miedo de que algún día no haya nadie que me dé ese impulso que me saca del miedo. Aunque cada vez el miedo es más chiquitito y yo soy más grande.

    L