Tuve la fortuna de llegar a Casa Iriarte después de un lindo viaje en tren y auto desde Barcelona hasta Artajona en el verano del 2105. Fue un lugar al que llegué sin ninguna expectativa y del cual no quise averiguar nada antes de llegar para poder sorprenderme. Sin embargo, mi intuición me decía que llegaría a un lugar mágico y así fue. Desde que ves la puerta de entrada y la cruzas, ingresas a otra época, otra energía, a un lugar con mucha historia e inspiración para canalizar ideas y emociones. La biblioteca, la cocina, la vista y el patio trasero, son los escenarios perfectos para dejarse llevar por lo que estés buscando. Los anfitriones son los acompañantes que detonan la magia del lugar en cada uno de los momentos que compartes con ellos. Si tengo la oportunidad de volver no me lo pienso dos veces. ¡Imperdible!

Ana María Quiceno. Santiago de Chile

Casa Iriarte Encuentros. Reflexiones sobre Arte y Proyectos Culturales