«Our engagement with our own lives – our most basic satisfaction- may be a direct function of how we manage the business of life.»  Brett Steenbarger

Liderar es guiar, andar, viajar y todos vamos hacia un mismo destino: el cambio. El camino suele ser desconocido y necesitamos ser capaces de explorar y de orientarnos si no queremos perdernos en terrenos áridos y estériles. El liderazgo no es una característica innata del carácter sino un conjunto observable de habilidades y capacidades que se aprende y entrena. Evidentemente, algunas personas son mejores que otras para liderar, pero si asumimos que el liderazgo es un conjunto de prácticas y herramientas personales que se pueden aprender, compartir y enseñar descubriremos que somos capaces de modelar el camino.

Liderar es también la relación de confianza con uno mismo y con los demás, necesaria para  la experimentación de nuevas formas de hacer las cosas. Nunca viajamos solos y los demás son una fuente fundamental de aprendizaje. Pero antes, hay que entender el autoliderazgo.

La búsqueda del liderazgo es primero una búsqueda interna para descubrirse a uno mismo: lo que te inspira, lo que te importa, lo que te asusta, lo que te apasiona y conmueve. Lo que da sentido a tu vida y hace mejor la de los demás.

¿De dónde surge el autoliderazgo? De conocerte a ti mismo, de confiar en ti y en los demás, de aprender a moderar tus emociones sin ignorarlas, de escuchar lo que piensan de ti amigos y conocidos, de tomar la iniciativa, de ser honesto, de aprender.  ¿Qué lo inspira? La confianza, la pasión, la empatía, la determinación, la generosidad, la curiosidad,  la responsabilidad, la trascendencia, la alegría. ¿Cómo lo descubres? Sin prisas, con los sentidos despiertos, dando paso libre a tus ideas y emociones, abrazando tu creatividad, comprendiendo tus incertidumbres y superando los miedos. ¿Dónde lo descubres? En un entorno estimulante y un contexto inspirador en el que aprender y comprender en acompañamiento.