Me pide mi buena amiga Marisa que describa mi experiencia en Casa Iriarte. Es todo un reto que acepto gustosamente aunque inmediatamente me doy cuenta de que me enfrento a un problema no menor. Como maestro en el uso de las palabras y el lenguaje, me temo que pueda quedarme corto. Así que, en busca de apoyo y consuelo, recurro al Diccionario de la Real Academia Española. En concreto a la quinta acepción de la palabra «Virtud» en la que se afirma literalmente: «Integridad de ánimo y bondad de vida». ¡Eureka! ¡Lo he encontrado y, efectivamente, no podía describirlo mejor! Porque acudir a Casa Iriarte es volver con «muy buen ánimo» a un sitio al que siempre te apetece acudir. No hay distancia ni pereza que se resista a la ilusión que sientes mientras te encaminas a Artajona sabiendo perfectamente que no solo vas a ser muy bien recibido sino que, seguramente, de ese encuentro saldrás feliz y enriquecido cultural y espiritualmente. Porque, al margen de tratarse de un rincón histórico y lleno de historias, lo mejor es esa «bondad de vida» que menciona la RAE y que disfrutas a raudales cada vez que tienes la oportunidad de pasar un rato con Marisa y Javier en el sitio de recreo particular que tienen a la sombra de las altas almenas del Cerco de Artajona. Así que, en mi interior, cuando me plantean qué es para mi Casa Iriarte solo puedo responder con un deseo sincero de volver en cuanto me sea posible. Volver a la paz. Volver a la tranquilidad. Volver al sosiego. Volver a reencontrarse con uno mismo. Volver a sentirse como en tu propio salón de estar. Eso es para mi Casa Iriarte en Artajona.

 

Jesús Jiménez Juango. Pamplona

Casa Iriarte. The Moving Others Conversations