De repente un día me levanté sabiendo que tenía que coger el tren para ir hacia Tafalla, y sinceramente no había escuchado nunca ese nombre. Cierto que me había apuntado al carro con amigas, algunas conocidas y sabía que acudirían personas de otros lugares del país a las que no conocía de nada.

Íbamos a Casa Iriarte en Artajona para participar en El Líder Imperfecto, hasta ahí sabía. Mi personalidad inquieta, curiosa, hambrienta de experiencias me llevó hasta allí.

Apasionada del entorno rural me pareció una oportunidad de huir de la ciudad, contactar con personas de las que seguro aprendería mucho, de escuchar opiniones y criterios diferentes y como siempre digo, aprender cada día de lo que tenemos en nuestro entorno.

Por eso era y es imprescindible salir de nuestra zona de confort, para vivir “aventuras” como esta.
El entorno, maravilloso. La casa, espectacular. El aroma de la tierra, impresionante. Me quedo corta con cualquier calificativo que pueda utilizar, porque soy y me siento una persona muy apegada a la tierra, a la naturaleza.

Recibidas por nuestros anfitriones, Marisa y Javier, dos personas que han vivido experiencias de todo tipo, emprendedores, inquietos, cultos, nos llevaron al “jardín”. Y lo pongo entre comillas porque ellos dejan que su jardín crezca como quiera, sin limitarlo, sin obligarle a mantener una estética determinada. Un cobertizo y una hamaca por la que todos quisimos pasar. En ese lugar conversamos horas y horas, dejando pasar el tiempo sin darnos cuenta.

Éramos libres de ir a la cocina y coger la bebida que nos apeteciera, salir, entrar, leer, reflexionar, trabajar si lo necesitábamos para luego compartir una deliciosa comida preparada en un santiamén ya que Marisa y Javier lo tenían todo bajo control. Un control “descontrolado” porque en ningún momento te sientes ni obligada, ni apresurada, todos participamos de todo y era sencillo y fácil.

Hablar, y hablar, y reflexionar, y compartir alrededor de la mesa de la cocina durante el tiempo que a cada uno le apetece, aprendiendo e impregnándonos los unos de los otros. Porque de eso se trata la vida, de compartir y aprender de todas las experiencias que tenemos.

Algo así se recuerda siempre. Repetir es mi asignatura pendiente

Lluïsa Espín. Organizadora Profesional. Barcelona